Un zoólogo francés, Enrique Coupin, demostró hace unas décadas que los animales lloran por distintas circunstancias y, muy especialmente, cuando sufren cautiverio o cuando sienten que su vida está en peligro. Los más sensibles del reino animal son los mamíferos: entre éstos, los terneros, que suelen derramar abundantes lágrimas acompañadas de desgarradores balidos si son separados de su madre. La facilidad de verter lágrimas que tienen los mamíferos se explica por la presencia de un aparato lagrimal suplementario, constituido por un hoyuelo debajo de la órbita. CORZO Y CIERVOS Todos los cazadores saben que el ciervo acosado llora copiosamente. El corzo, en idénticas circunstancias, reacciona de la misma manera. El escritor francés Alfonso de Lamartine cuenta, a propósito de un corzo que había herido: “Me miraba con la cabeza apoyada en la hierba, con los ojos inundados de lágrimas. No olvidaré jamás esa mirada, a la que el asombro, el dolor, la muerte inesperada parecían dar