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21.- LOS ANIMALES TAMBIÉN LLORAN

Un zoólogo francés, Enrique Coupin, demostró hace unas décadas que los animales lloran por distintas circunstancias y, muy especialmente, cuando sufren cautiverio o cuando sienten que su vida está en peligro. Los más sensibles del reino animal son los mamíferos: entre éstos, los terneros, que suelen derramar abundantes lágrimas acompañadas de desgarradores balidos si son separados de su madre.
La facilidad de verter lágrimas que tienen los mamíferos se explica por la presencia de un aparato lagrimal suplementario, constituido por un hoyuelo debajo de la órbita.

CORZO Y CIERVOS

Todos los cazadores saben que el ciervo acosado llora copiosamente. El corzo, en idénticas circunstancias, reacciona de la misma manera. El escritor francés Alfonso de Lamartine cuenta, a propósito de un corzo que había herido: “Me miraba con la cabeza apoyada en la hierba, con los ojos inundados de lágrimas. No olvidaré jamás esa mirada, a la que el asombro, el dolor, la muerte inesperada parecían dar profundidades humanas de sentimientos, tan inteligibles como las palabras”.

EL ZOO SUPLICANTE

Se asegura que el oso también llora cuando siente que ha llegado su hora prostrera. 

La jirafa no es menos sensible; esto es muy lógico en un animal tan suave, y mira con los ojos llenos de lágrimas al cazador que la ha herido.

Al verse atrapado por sus perseguidores, el arce expresa su dolor llorando desconsoladamente.

La sensibilidad del perro se manifiesta en las distintas actitudes que adopta en su relación con el amor. Cuando se ve separado de éste o se le deja atado, de sus ojos brotan abundantes lágrimas acompañadas con gemidos lastimeros.

Los monos también se angustian con facilidad.

El cebus-azarae llora si se le contraría o asusta.

El naturalista Alejandro Humboldt afirmaba que los ojos del mono callithrix sciureus se llenan de lágrimas instantáneamente cuando siente temor.


LOS ACUÁTICOS TAMBIÉN LLORAN

Hasta los mamíferos acuáticos son capaces de llorar. Y no es un secreto para nadie que los delfines vierten abundantes lágrimas y lanzan profundos suspiros al sentir que se mueren. 

La foca, cuando es maltratada, se comporta igual.

Los malayos dicen que cuando se apoderan de un dugong joven (cetáceo llamado vaca del mar) saben que ha de caer en su poder también la madre, ya que el cachorro se hace oír de inmediato lanzando, agudos gritos y gemidos. Con respecto al dugong, existe una leyenda que señala que quien recoge sus lágrimas logra adueñarse del elixir de la felicidad. Los nativos, que son muy supersticiosos, no las desdeñan, ya que las consideran un valioso aliado para el bien vivir.

LA SENSIBILIDAD DEL ELEFANTE

Un animal tan enorme como el elefante, que a primera vista y dada su paquidérmica imagen parece inconmovible, es uno de los cuadrúpedos que, a juzgar por los testimonios, llora con mayor facilidad. Su congoja es incontrolable cuando comprende que no puede huir de sus perseguidores. Hay quien asegura que los elefantes cautivos “permanecen inmóviles, agazapados en el suelo, sin manifestar su sufrimiento de otro modo que por las lágrimas que bañan sus ojos y que corren sin cesar”.

Está demostrado, entonces, que no sólo el hombre puede conmoverse hasta las lágrimas, sino que también seres inferiores a él en inteligencia y sensibilidad pueden hacerlo. A veces, como en el caso del elefante cautivo, es una innegable manifestación de dignidad.



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