35.- LOS FAROS
Desde hace más de tres mil años, para guiar a los navíos durante la noche se construyen en las costas faros visibles desde la lejanía. Actualmente, los radiofaros guían a los barcos tanto de día como de noche, y sus señales pueden ser recogidas a distancias muy grandes.
Los fenicios, los griegos y, más tarde, los romanos, para señalar las islas y los arrecifes construyeron torres que en lo alto mantenían una llama permanente.
En el cabo Sige, en la entrada del mar Negro, en fechas recientes todavía se elevaba una de estas torres, edificada en el siglo IX: era el faro más antiguo del mundo. Los faros más importantes señalan la entrada de los puertos o la desembocadura de los ríos navegables.
La Torre de Hércules, cerca de la Coruña, que sirve todavía como soporte de un faro moderno, es de origen fenicio o romano, y se considera uno de los faros españoles más antiguos.
Ya en los tiempos de la ocupación de Gran Bretaña por los romanos, en Douvres y Boulogne existían faros que señalizaban el paso de Calais. Las hogueras de leña, que se utilizaron hasta el siglo XVI, fueron sustituidas por la luz de candelas y de lámparas de aceite. En el siglo XVIII, se intensificó la iluminación mediante juegos de espejos.
En 1820, el francés Fresnel inventó un sistema de lentes de aumento que permitía un mayor alcance de la luz.
Los faros levantados en los arrecifes fueron los más difíciles de construir. El faro de Armen, a la altura de la isla de Sein, en Bretaña, se terminó en 1897, después de 30 años de trabajo.
El primer faro de Creach, instalado desde 1638 en la isla francesa de Ouessant, fue tranformado en 1939; es el más potente del mundo.
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